Dead And Buried
Lentamente, las horas se desenvuelven, con pereza, tal vez con sensualidad, los últimos rayos de sol se desvanecen, se hunden en la insondable penumbra de la noche.
Así vivimos, en la espera de un nuevo hoy, de un nuevo ahora, renovando día con día las gastadas experiencias, desechándonos momentáneamente al caer dormidos, retomándonos cada mañana, con el cuerpo frío, con el alma helada, inválida, a la mecánica odisea sobre nuestros rieles humanos.
El tiempo no se mata, se repite, se cicla interminablemente, odiosamente, hasta el infinito, atrapándonos en la vorágine de su girar incansable.
Así, aquí, sobre mi cuerpo pasan eternamente sus ruedas aceradas. La máquina divina. La muerte espera, aguarda, yace lánguida en el fondo de mi alma como un anhelo sin espíritu, sin nombre; como un deseo inconfeso.
Llama con delicia a las puertas de mi Infierno, arrastra sus pies herrados, sus espectrales ojos me miran con fijeza. ¿Quién aguarda al reverso del ocaso, de ese caos delicioso, incontenible?, ¿no soy yo misma quién, desde el fondo del abismo, desvaída, grita un nombre sin palabras? Tarde comprendo la inmensidad de mi crimen: nacer.
He nacido sin saberlo, existo y me permito existir, me permito ser, acumulando fantasías sobre fantasías: vivir, sentir, desear. Me sueño a mí misma, quizás soy soñada, maquinada por la mente anónima de algún observador perverso.
Doce campanadas, resuenan en la lejanía los doce llamados broncíneos de ignotas gargantas inertes, ésta muerte sonora y estridente que se precipita, cabalgando el viento, sobre mi espacio vacío. Presagian la nueva vida, la resurrección de la carne al fantasma que me habita, al espectro que me vive.
Comentarios
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Sovrappensiero